5 sept 2024

LOS CHARRUAS Y SANTA FE - (1926) JUAN FAUSTINO SALLABERRY, S. J. MONTEVIDEO - GÓMEZ & CIA, IMPRESORES - ITUZAINGÓ 1590 EPILOGO - (del libro: Los Charrúas y Santa Fe)

Al descubrir los españoles el Río de la Plata, hallaron a los Charrúas en su margen izquierda desde el lago Merim hasta la boca del Yaguarí y probablemente también en las islas del Paraná y en las cercanías de Santa Fe, junto a los Chiloasas. Los autores, sobre todo uruguayos, han creído que los Charrúas no pasaron nunca al Norte del Río Negro ni al otro lado del Paraná, como a tierras de su habitual residencia. No obstante, el P. Lozano, sostiene que, desde un principio se extendieron desde el alto Paraná hasta el Mar del Norte, o sea, el Atlántico: y que, en su tiempo, hacia mediados del siglo XVIII, tenían sus principales tolderías entre los dos grandes ríos, Uruguay y Paraná. Y es un hecho, demostrado por una gran serie de documentos, que, pasados los primeros días de la conquista, los Charrúas desarrollaron su máxima actividad en la Mesopotamia Argentina y que tuvieron sus tolderías, en Gualeguay, río Feliciano, cercanías de Paraná y otros puntos de Entre Ríos. A una de estas tribus debió pertenecer Juan Yasú, aliado de los santafecinos en el conflicto de García Ros; y Miguel Yasú, aliado de los paranenses en la querella de los vecinos de Paraná contra los Charrúas ante la justicia de Santa Fe; y Pedro Yasú que aparece en el proceso de Zarza y debió ser la tribu que se rindió de paz a don Francisco Antonio de Vera Mujica. Por donde se colige que había unos Charrúas amigos y otros enemigos habituales de los españoles; y ese estado habitual de ánimos y de cosas explicaría la antimonia y confusión que se nota en los historiadores al tratar de las paces y guerras hispano-charrúas, como si a la vez estuviesen en paz y en guerra con ellos. Las muertes y asesinatos de españoles por parte de los Charrúas no parecen muy numerosos. En las campañas de 1749 dice el deán Funes que eran nueve asesinatos los que motivaron las campañas de Vera Mujica; tres eran los asesinados que promovieron los requerimientos de 1738. En los asaltos a las tropas de carretas de Corrientes de que hemos hecho mención, no parece que hubiera ni un solo muerto. La gente de Hernandarias escapó, en 1621, según parece por el modo de hablar del prócer, toda con vida. Los Charrúas parece que tenían mucho más empeño en apoderarse de las cosas que no de las personas. Y todos los autores están acordes en que, a los prisioneros, los trataban relativamente bien: y cautivos cristianos, los hubo en todos tiempos entre ellos. En el río Feliciano, entregó Campusano, pasado ya el primer tercio del siglo XVIII, los cautivos que tenía en su apeadero: y los casos como éste no debían ser del todo raros. Como se deduce del proceso de Martínez de Salazar, con muchos datos muy significativos, el cuatrerismo de los Charrúas, no era de conjunto y en grandes entradas como el de los Mamelucos de San Pablo, sino al detalle y familia por familia, pero no por eso fue menos eficaz en su esfera de acción a causa de su gran continuidad, como lo prueban la exterminación de los chanas y de la reducción de San Miguel. Lo más triste y grave es la cooperación formal de los comerciantes blancos en este verdadero proxenetismo, en que fueron aniquilados, no solamente los chanas y guaraníes, sino también los mismos Charrúas. Como se desprende de la querella de los paranenses y de otros hechos análogos, como las arreadas de ganado a sueldo de Entre Ríos al Uruguay, había entre Charrúas mesopotámicos y españoles ciertas relaciones civiles y comerciales y cierto trato no despreciable, que explica en gran parte la persistencia de esos indios, medio mezclados con los españoles en las estancias de Entre Ríos: y lo mismo demuestran esa larga serie de requerimientos a que hemos asistido a través de esta monografía. Todo eso demuestra cierto estado semilegal y semipolítico en que, a vuelta de mutuas informalidades, mutuos atropellos y mutuas amenazas, no dejaba de haber una buena dosis de fórmulas protocolares, informes en su articulado particular, pero de tanta persistencia en el fondo, a través del tiempo y de los acontecimientos, que llama poderosamente la atención, por su constancia y monotonía. Aun el mismo Andonaegui que se iba a salir del formulario, para ir al fondo y a la realidad de las cosas, sin reparar en los medios, empieza por requerirlos de paz, al menos en la forma externa, en lo cual no se diferencia mucho ni poco de todos sus predecesores. En lo que se diferencia es, en que, vencedor de Abipones y Mocovíes, no temió ni un momento en arremeter a fondo contra los Charrúas y tuvo en esto el eficaz apoyo de Santa Fe, sin lo cual, su suerte no hubiera sido quizá mucho más airosa que la de García Ros. Los Charrúas perecieron víctimas de su propia codicia y de su inveterado empeño en molestar a los españoles, cuyo poderío fue siempre en aumento, sin que ellos lo advirtiesen y obraran en consecuencia. La derrota de los indios norteños de los dominios del Plata, y la fundación de Montevideo, trajo consigo la extinción de los Charrúas. … .. . JUAN FAUSTINO SALLABERRY Montevideo, 31 de octubre de 1926. Ilustración: Federico Reilly Sergio Smith

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