2 sept 2019

Una desgarradora historia familiar fue develada en la imputación por un crimen

Según la acusación del fiscal, Norma Quiroga murió el miércoles tras padecer violencia física, psicológica y económica a manos de su pareja. Domingo 01 de Septiembre de 2019
Durante al menos un mes, aunque las lesiones expuestas en la autopsia datan de mucho antes, Rubén Lucio G. sometió a su esposa a "violencia de género sostenida en el tiempo", según resumió el juez Rafael Coria al dictarle la prisión preventiva por el plazo de ley. Norma Quiroga, de 53 años, soportó encierro, hambre, violencia física, psicológica y económica y también abuso sexual con acceso carnal. La mujer murió asesinada la tarde del miércoles pasado y su hija Laura, de 30 años, fue testigo de esas penurias y también sobreviviente de un contexto de violencia de género. Todo en un pasaje del barrio Qom de la zona sudoeste de la ciudad. La muchacha, quien debió ser asistida en el Hospital Carrasco por estar desnutrida, relató a los investigadores que su padre golpeaba a su madre en la planta de los pies, en el cuerpo y la estrangulaba para "quitarle el diablo del cuerpo". También las dejaba encerradas y sin comida bajo amenaza de muerte, y no dejaba que Norma recibiera asistencia médica. En una audiencia que comenzó con tres horas de retraso, ya que el Servicio Penitenciario (por acción u omisión) no trasladó al detenido en el horario convenido, el fiscal Miguel Moreno expuso en la audiencia de ayer una historia de horror basada en hechos reales. Contó el calvario al que fueron sometidas dos mujeres de la comunidad Qom que residían en Pasaje 1821 al 6200. Norma Quiroga tenía 53 años, había llegado a Rosario con Rubén Lucio G. y su hija Laura en la última etapa del éxodo de la comunidad toba hacia la provincia de Santa Fe, entre 1990 y 1995. Se asentaron en la zona sudoeste rosarina y en 1998 consiguieron un crédito para construir la casa que terminó siendo una tumba de la mujer y su hija 20 años más tarde. Una grave acusación Moreno acusó a Rubén Lucio G. por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada por ser cometida mediante amenazas y violencia y por resultar un grave daño a la salud de la ofendida; abandono de persona agravada por el vínculo; abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante agravado por el resultado de un grave daño de salud; y homicidio calificado por el vínculo y por llevarse adelante dentro de un contexto de violencia de género. Cinco minutos antes del mediodía, el juez de garantías Rafael Coria le dio el pase al fiscal Moreno para que desplegara la acusación. Rubén G. llevaba un barbijo y al ser consultado por el juez, el hombre contó que padecía una enfermedad pulmonar y solicitó ser revisado por un médico. Moreno hizo "un mapa de lo que pasaron Norma y su hija Laura el último mes". La acusación tuvo como testigo a la propia hija de la pareja. Pero cada uno de los dichos de Laura tuvieron su correlato en pruebas científicas como la historia clínica, el levantamiento del cadáver y el preinforme de autopsia realizada a Norma Quiroga. Testimonio desgarrador Laura fue entrevistada por una asistente social. Contó que era hija única aunque su madre había perdido un embarazo en 2005, pero "su padre no permitió que recibiera atención médica". Que sus padres se separaron en 2013 y que Rubén G. se fue a vivir a Bahía Blanca. Cinco años más tarde el hombre regresó y su madre lo aceptó. Desde 2018 la muchacha contó que padecieron, con su madre como blanco, malos tratos, violencia y amenazas de muerte además de que su madre fue víctima de constantes violaciones. Laura dijo que cada vez que intentaba increpar a su padre él le respondía que Norma "era su mujer y él el marido". También relató: "No nos daba plata para comer. Tampoco teníamos llaves de la casa para poder salir. El se iba y nos dejaba encerradas. Nos decía que si salíamos nos iba a matar". "A mi mamá le decía que no usara ropa ajustada, que no se pintara, que tenía mal olor, que se bañara. La llamaba «perra» o «hija de puta». Eso era todos los días", dijo Laura a la asistente social. "Muchas veces le pisaba los pies y se los dejaba morados. Mi mamá estaba muy débil porque no comía. No se podía levantar de la cama. Entonces el venía y oraba". Cuando la asistente social le preguntó qué era orar, Laura contó: "Le pedía al demonio que se alejara de su cuerpo (el de Norma)". Y agregó: "Era un exorcismo. El le apretaba desde la cabeza a los pies, la empujaba de las axilas, le apretaba el cuello, la espalda. Decía que era para sacarle el demonio. Ella le pedía un poco de agua. l no le daba y ella lloraba", relató la muchacha. Un dato que dejó asentado la asistente social que habló con Laura es que ninguno de los tres integrantes de la familia estaba referenciado en un centro de salud. Laura también contó que uno de sus tíos, Lázaro, se había acercado a colaborar. "A hacer brujerías y rituales", dijo la joven mujer. Lázaro es pastor de la iglesia Esperanza de Vida y su casa uno de los templos. "Ella decía que estaba viva por mí, lloraba, le dolía todo", dijo. "Mi mamá me decía que la violaba, que tenía miedo", relató. Además contó que cuando su madre murió, Rubén estaba con ella. Que su padre "la había apretado orando", que ella tuvo una convulsión y murió. Autopsia lapidaria Cuando La Capital estuvo en la escena del crimen el jueves, el día posterior a la muerte de Norma Quiroga, los vecinos relataron que hacia tiempo que no veían a las mujeres y que pensaban que se habían ido a Chaco. También se mostraron inhibidos ante la presencia de los familiares de Rubén. "No queremos tener problemas con esta gente porque los tobas son complicados", dijo una de las vecinas. Esa mañana Marcial G., hermano del acusado, lo defendió con declaraciones públicas. Dijo que su hermano estaba con él en la iglesia cuando se enteraron de que Norma había muerto. En la audiencia el fiscal Moreno indicó que Laura aprovechó una distracción de Rubén y huyó de la casa refugiándose de una vecina. Que llamaron a la policía y cuando un móvil del Comando Radioléctrico llegó al lugar se topó con Rubén impidiendo el ingreso de los vecinos que querían asistir a Norma. Al leer el preinforme de la autopsia Moreno hizo hincapié en que Quiroga tenía traumatismos en el rostro. Según Laura, su padre le había pegado a su madre una trompada en la nariz el domingo previo a su muerte y que lo hizo por celos. El preinforme de autopsia describió al dedillo que Norma tenía la vagina desgarrada por lo que el fiscal no descartó que además de la violencia sexual que para Rubén era algo normal, no hubiera introducido en el cuerpo de la mujer algún objeto. La mujer sufría además una enfermedad infectocontagiosa crónica que nunca se trató. Si bien ninguna de esas causas individualmente terminó con la vida de Quiroga, en conjunto la llevaron a la muerte. Con ese cuadro de situación el abogado oficial Andrés Bassini sólo pudo emprolijar una acotada defensa técnica. Tras ello el juez Coria le dijo a Rubén G. que le dictaba prisión preventiva por el plazo de ley (dos años) y le advirtió que había "sometido a la mujer a un contexto de violencia de género física, psicológica, sexual y económica". Un cuadro pocas veces visto ya que es poco usual que todos esos elementos confluyan en una sola historia, en este caso una de horror en el bario Toba. https://www.lacapital.com.ar/policiales/una-desgarradora-historia-familiar-fue-develada-la-imputacion-un-crimen-n2524637.html?fbclid=IwAR25p3FKTL0WVZITGPhP9BCBTOh1Kh2o39D-Fh99WREt8Ah3WuOkyaFT7G0

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