30 ene 2020

La Noche de las Ideas Morir y seguir viviendo, según los qom

Antropología. Florencia Tola adelanta su lectura en NDI, en la que expondrá la cosmovisión de los tobas chaqueños, con los que trabaja desde hace 20 años.
Desde la perspectiva de los tobas (qom) del Chaco argentino, con quienes trabajo como antropóloga desde hace más de veinte años, la vida y los procesos que la acompañan no son fenómenos que remitan a un organismo regido por leyes naturales, válidas para todos los cuerpos por igual. El nacimiento, la infertilidad, las emociones, las enfermedades, la apariencia corporal y la muerte están asociados no solo con la actividad y las intenciones humanas, sino también con la voluntad de una miríada de seres no-humanos. Espíritus-dueños de animales, espíritus de muertos, habitantes de la noche y otras entidades consideradas “personas” tienen, para los qom, la facultad de ejercer acciones sobre los humanos y determinar el curso de sus vidas, la apariencia de sus cuerpos y el devenir de sus relaciones. La vida humana depende, en efecto, de un conjunto de relaciones que los seres humanos, los animales, las plantas y los “espíritus” mantienen entre sí. Por eso, en esta filosofía indígena chaqueña, estar vivo –más allá del ser humano– implica tejer relaciones cosmopolíticas con aquellos seres del monte y la noche. Dichas interacciones involucran la negociación y confrontación de poder, así como una hábil diplomacia. Estas ideas se sustentan en el hecho de que la condición de persona –en lengua toba shiỹaxaua– es más amplia de lo que imaginamos, y se expande a una diversidad de seres. Por un lado, esta condición es común a entidades y fenómenos que en Occidente concebimos como objetos inanimados y desubjetivados, como animales, fenómenos climáticos o alucinaciones. Por otro, incluso cuando la condición de persona se expresa en un ser humano, ella no comienza en el nacimiento ni termina con la muerte, sino que abarca un lapso temporal que supera la ínfima existencia de la vida humana. Antes de nacer y luego de morir, las personas viven bajo otro régimen corporal, en otras dimensiones del cosmos. Sea como espíritus de bebes aún no nacidos, o como espíritus de muertos que se manifiestan en el monte o en las cercanías de los poblados, con el fin de trasmitir mensajes a los vivos. En ciertos contextos y condiciones, los seres humanos, los dueños de animales y los animales poseen un nqui’i, entendido como la aptitud corporal que otorga las facultades de sentir, pensar, moverse y comunicarse. La posesión de un nqui’i (alma) habilita que los seres humanos y estos otros seres puedan mantener una vida en interrelación y comunicación. Además de este componente corporal, todos los seres vivos poseen nca’alaxa, entendida como la existencia y la vitalidad, en síntesis, la vida. Ahora bien, también los muertos, los no-humanos y la tierra poseen nca’alaxa. Lejos de sostener que los indígenas qom creen en teofanías, tienen una mirada mágica sobre el mundo y sus habitantes, o que basan sus concepciones de persona en la oposición cuerpo/alma o en la idea de trascendencia –expresiones que tenderían a domesticar la diferencia radical a partir de presentar mundos diferentes como llamativamente semejantes–, mi propuesta consiste en dar cuenta de aspectos de una filosofía no esencialista en la cual es factible que los seres humanos se comuniquen con animales, éstos se metamorfoseen en personas, las personas superen las barreras físicas y se desplacen en el tiempo y el espacio, y los cuerpos de vivos y muertos se hallen interconectados. Estas, lejos de ser creencias espirituales que nos hablan de una concepción mágica de un mundo sagrado, son ideas filosóficas que encierran otro modo de concebir la vida, las relaciones y lo humano. Florencia Tola es antropóloga, investigadora independiente del Conicet (UNSAM).